Descubriendo Córdoba

DÍA 1 – SÁBADO 18 DE FEBRERO

El viaje empieza un poco torcido. Eva ha pasado la noche vomitando y a mediodía, cuando tenemos que salir, todavía no está recuperada. Después de un chute de apiretal y una siesta de dos horas, se levanta animada y salimos hacia Córdoba a las 17:30. Llegamos sobre las 21:30 y aparcamos en la zona que nos ha recomendado el dueño del alojamiento, aunque nos cuesta 5 o 6 vueltas.

El apartamento, Duplex Caballerizas Reales, es un poco más cutre de lo que parecía, pero está impecable, muy limpio y suficiente para los cuatro días que vamos a pasar aquí. Eso sí, o los cordobeses son muy escandalosos por las noches o aquí se oye todo.

Eva se despierta temprano y hacemos porra en la cama. Nos duchamos, desayuno (Eva sigue sin estar católica y Pablo empieza a encontrarse raro) y salimos a conocer Córdoba cuando aun no son las 10.

Comenzamos la visita callejeando por el casco antiguo. Las estrechas y empedradas calles son una delicia y nuestro apartamento está muy céntrico, algo que siempre es de agradecer. Subimos por la calle de los Judíos y la estatua de Maimónides nos da la bienvenida. Un poco más adelante, visitamos la Sinagoga. Estamos solos y tardamos unos minutos en verla. Es muy pequeña y solo se puede ver una sala (más tarde pasaremos por aquí y habrá una cola de unas 100 personas).

El zoco y la Casa de la Alquimia están todavía cerrados así que volvemos hacia la zona del río para ver la Puerta del Puente y el Puente Romano. Ya empieza a haber bastantes turistas, mucho extranjero y grupos con guías. La zona nos encanta. Cruzamos el puente, deteniéndonos a cada paso para ver los molinos medio derruidos y la gran cantidad de aves acuáticas. Al final del puente, visitamos la Torre de la Calahorra. La entrada cuesta 4,5 euros. El museo no está mal, pero lo mejor es subir a la terraza y contemplar las vistas del puente y la ciudad desde allí.

Al terminar, nos detenemos en un parque infantil cercano para que Eva juegue un rato. Cruzamos el puente por debajo y volvemos a cruzar el puente. Buscamos la Estrella de los Deseos y, aunque es decepcionante (5 palotes entrecruzados grabados en la roca), pedimos el deseo de rigor. Callejeamos por la Mezquita y el casco para llegar de nuevo al Museo de la Alquimia. La entrada vale 6 euros, pero en este caso consideramos que no merece la visita no merece la pena.

Eva tiene mucha hambre (lleva casi dos días sin comer) y acabamos en el Mercado de Victoria tomando algo. Un lugar encantador para comer con puestos de todo tipo (tapas, cervecerías, comida argentina, marroquí, japonesa) y a buen precio. Acabamos comiendo aquí: ensaladilla, calamares y un plato de espaguetis boloñesa para Eva.

Es la 13:30 y decidimos ir dando un paseo hasta la Ciudad de los Niños para comprobar si está operativa. Decepción absoluta al ver que está en obras y no parece cercana su apertura. Parece un lugar genial para que los niños pasen la tarde (o un día entero). Volvemos al apartamento para descansar un rato y reponer fuerzas.

Pablo se levanta de la siesta hecho un trapo. En vista de que no va a poder salir, anulo la visita a la Mezquita Nocturna (ooohhh) y saco entradas para ir a ver el espectáculo ecuestre en las Caballerizas Reales para llevar a Eva. Es a las 19:30 y dura 1h y cuarto. Nos gusta más de lo esperado. Al final, dejan a los caballos en las cuadras y te puedes acercar a verlos. Volvemos al apartamento, cenamos y a dormir, que estamos todos reventados.

DÍA 2 – DOMINGO 19 FEBRERO

Hemos pasado buena noche y, aunque Pablo no está al 100%, nos animamos a visitar Medina Azahara, como teníamos planeado.

Llegamos allí sobre las 10 y nos sale redondo. Entramos, vemos la película introductoria, cogemos el bus que sube al yacimiento y todo sin hacer ni una sola cola. Después de nosotros, vemos hordas de gente haciendo cola para todo. La ciudad nos encanta y paseamos por sus calles y estancias imaginando cómo sería la vida allí hace 1000 años.

Al terminar, nos animamos a acercarnos al castillo de Almodóvar del Río (Altojardín de Juego de Tronos). Está a 20 minutos de Medina Azahara. Aunque imaginábamos que habría gente, no podíamos pensar que habría tanta. Dejamos el coche en la carretera bastante lejos y nos acercamos Eva y yo al castillo (Pablo se queda en el coche, no se encuentra bien). La subida es empinada y más si subes por atajos, como nosotras, pero asequible para cualquiera. El castillo es una pasada. Damos el paseo panorámico por detrás del castillo y disfrutamos de unas vistas increíbles. Nos quedamos con las ganas de visitarlo por dentro, porque no me he traído la cartera pensando en que no íbamos a llegar.

Volvemos al apartamento a comer y a descansar un rato.

No había previsto que muchos lugares turísticos cierran el domingo por la tarde, además del lunes, así que hacemos un ruta por distintos sitios de interés que se pueden visitar sin horarios: alrededores de la Mezquita, calleja del Pañuelo y calleja de las Flores, Templo Romano, cuesta del Bailío y Plaza de Capuchinos. Damos un buen paseo recorriendo todos estos rincones. Llegamos hasta el Palacio de Viana, que solo vemos por fuera, y volvemos hacia la zona del río para tomar algo.

Cenamos pronto en La Bicicleta, un bar muy vintage, en el que disfrutamos de un zumo natural de naranja y piña, hummus con vegetales, tosta de aguacate y salmón y queso de cabra con albahaca y tomate seco. Todo ello aderezado con unas cañas y un buen pan calentito.
Volvemos al apartamento por la orilla del río, disfrutando del puente Romano iluminado por la noche.

DÍA 3 – LUNES 20 DE FEBRERO

Los lunes cierran la mayoría de los sitios de interés turístico. Hemos dejado para primera hora el plato fuerte del viaje: la Mezquita de Córdoba. Llegamos a las 9:45 justo a tiempo de la primera entrada a las 10. Hay bastante gente, pero la recorremos tranquilamente y sin aglomeraciones. Al entrar impresiona el mar de columnas y arcos y llama mucho la atención la decoración cristiana en este templo musulmán. Es muy chocante. Eva no nos deja entretenernos mucho, está muy cansada de la paliza de ayer y quiere irse. La subida al campanario está a tope hasta más tarde, así nos vamos a por el coche para visitar la sierra cordobesa.

Subimos a Santa María de Trassierra para hacer la excursión de los Baños de Popea. Es bonita y sencilla. Empieza por una carretera y continua por un sendero a través del espeso bosque. Cuando llegamos a una poza, unos petirrojos se nos acercan curiosos esperando algo de comer. Se supone que la ruta es circular, pero no encontramos por dónde continúa el camino y volvemos por donde hemos venido.
De vuelta en el coche, conducimos hasta Las Ermitas. Aunque sabemos que hoy está cerrado, merece la pena subir por las increíbles vistas de la ciudad y del valle.

Comemos en unos bancos de piedra que hay cerca y volvemos al coche decididos a ir al Castillo de Almodóvar del Río, para verlo por dentro. Paramos en un Lidl a comprar suministros y Eva está reventada, así que anulamos el castillo y volvemos al apartamento a descansar.

Intento sacar entradas para el campanario, pero están agotadas. Parece que el destino quiere que volvamos en otra ocasión a Córdoba.
A media tarde, nos vamos a dar un paseo por la ciudad. Caminamos por la orilla del río y llegamos hasta la Basílica de San Pedro. La vemos por fuera (no nos parece muy impresionante) y volvemos a la zona de tiendas que hay por la Mezquita a comprar algún souvenir.
Nos detenemos a tomar algo en La Esquinita de la Judería: unas cervezas, unas bravas, berenjenas con miel y un flamenquín ibérico. No nos podíamos ir sin probar los flamenquines. Está bueno, pero no deja de ser parecido a un San Jacobo.

De postre, nos compramos dos manolas dulces: son unas empanadas de hojaldre rellenas de un montón de cosas. Nos compramos una de chocolate con avellana y otra con manzana, nueces y canela. Volvemos al apartamento que no podemos más con nuestra vida.

 

DÍA 4 – MARTES 21 DE FEBRERO

Dejamos las maletas preparadas, pero antes de volver a casa visitamos el Alcázar de los Reyes Cristianos. El edificio es muy bonito, con vistas al río, y las vistas desde las torres merecen la pena, pero lo que más nos ha gustado han sido los jardines. Muy bien cuidados y preciosos. Una pena no haber podido ver el espectáculo “Naturaleza Encendida” que hace unos días que terminó.
Terminada esta visita, cogemos el coche de vuelta a casa.

 

  • Date 23/06/2024
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