Nuestra siguiente escapada fue a la Sierra de Cazorla. Cada cierto tiempo nos gusta volver y recorrer su estrecha carretera, disfrutar de las vistas del pantano del Tranco y perdernos por algún sendero a la orilla del río. Me trae muchos recuerdos de mi infancia.
Esta vez nos alojamos en el hotel Noguera de la Sierpe. Siempre me había llamado la atención, está pegado a la carretera y tiene muy buena pinta… y no nos ha defraudado. Las habitaciones son grandes, limpias y cuidadas y la cama de matrimonio más grande de lo normal. Pero lo mejor es que tiene un lago dentro con patos, ocas, tortugas y peces que para los niños es un paraíso. Si por Eva hubiera sido, no habríamos salido de allí en todo el fin de semana. Las instalaciones están genial, tiene piscina para el verano y muchas zonas verdes. Y la atención del personal muy buena. Repetiremos seguro.
La primera tarde fuimos a la Cerrada de Elías. Habré hecho esta excursión más de 20 veces pero es obligada. En el museo Torre del Vinagre te desvías y enseguida llegas a la piscifactoría, donde dejas el coche y empieza la caminata. La primera parte vas por una pista forestal ancha pegada al río y al final por un sendero más estrechito pero es muy asequible incluso para ir con niños. Después de una hora más o menos, llegas por fin a la Cerrada y el paseo por la pasarela colgada de las rocas es mágico. Si no has ido nunca, no esperes más. Para los más intrépidos, la excursión continúa y puedes llegar hasta la laguna de Valdeazores pero esto requiere casi todo el día para ir y volver y un poco de preparación física. La excursión merece la pena, pasas por cascadas, un túnel completamente a oscuras, etc, pero no es recomendable para ir con niños. Aquí teneis nuestra experiencia de hace unos años.
Al día siguiente, hicimos la Cerrada de Utrero, otra de las imprescindibles. Ésta es más cortita y circular, en hacer todo el recorrido no se tarda más de 45 minutos. Tiene un tramo de escaleras y rocas un poco empinado pero tampoco tiene excesiva dificultad.
Después nos acercamos al Puente de las Herrerías, un área recreativa con zonas de barbacoas, mesas para comer y por el que puedes pasear por la orilla del río y hacer unas fotos preciosas.
Por la tarde, ya de vuelta en el hotel salimos a la laguna para que Eva disfrutase de los animalejos y descubrimos que al otro lado hay una puerta que da acceso al río. Por supuesto, salimos por ella, cruzamos un puente colgante superchulo y continuamos el sendero. Una maravilla de paseo por la orilla del río con unos rincones maravillosos. Según leímos si continúas llegas a la piscifactoría pero nosotros no lo hicimos entero porque empezaba a chispear y nos volvimos. Gran descubrimiento.
Al día siguiente ya de vuelta, paramos en el Parque Cinegético. Antes la entrada era libre y lo visitabas a tu aire, parando en los miradores a observar a los ciervos, gamos y cabras que viven en la zona. Pero ahora lo han hecho de pago y la visita ha cambiado. Te hacen un recorrido por el interior del parque en un trenecito y te van explicando las diferencias entre todas las especies. Esto tiene su gracia y a los niños les encanta, claro. Lo que no nos gustó es que les echan de comer para que se acerquen y el tren pasa cada hora. No me imagino cómo se van a poner los ciervos… Después se sube por el paseo a los miradores andando y hay una muestra de aves rapaces al final. No sé, a mi me ha decepcionado un poco, creo que antes tenía más encanto.
Las comidas las hicimos de picnic donde nos pillaba, pero para cenar nos acercamos a Arroyo Frío. Cenamos en la pizzería la Forchetta y en el Burguer´s Comic, ambos en la calle principal. Ambos bien, los recomendamos. El segundo tiene una zona de bolas para los niños.