Ya llega tarde. En su carta decía a las nueve en punto en la heladería del centro. A través de la cristalera penetran los últimos rayos de sol. Una gota de sudor recorre mi espalda, no sé si son los nervios o el trayecto en bicicleta. Empiezo a impacientarme. Ella solía ser tan puntual… ¿habrá cambiado después de tantos años? De repente ¡bang! Un golpetazo justo a mi espalda. Me giro, es ella que ha dejado caer todo lo que llevaba encima. Su sonrisa me pide un abrazo a gritos y yo nunca me he podido resistir a su sonrisa.
Oct
05