La niña Oliva era curiosa e inteligente, bastante atrevida y un poco obstinada. Aprendió a leer y escribir en casa y un fraile amigo de la familia le enseñó latín. No había sitio para las niñas en las escuelas de hace cuatro siglos. Mientras sus hermanas cosían o bordaban, ella se pasaba horas en un desván leyendo a los clásicos y escribiendo a la luz de una vela.
Su padre, muy bien posicionado, recibía habituales visitas de amigos médicos, poetas y estudiosos. Se reunían todas las semanas para charlar sobre autores clásicos o política. Oliva se colaba en esos encuentros, escuchaba con gran atención y tomaba notas de todo lo que le parecía interesante.
Con 18 años, llegó el momento de casarse. Oliva quiso conocer primero a su pretendiente y dejarle claras sus intenciones: su pasión era leer y estudiar y tenía intención de escribir un libro. Su futuro marido aceptó sus condiciones y la apoyó desde el primer momento. Su padre no había elegido tan mal, después de todo.
Con 25 años tuvo su libro terminado. Recopiló los permisos necesarios y lo publicó siendo todo un éxito. Sus teorías eran completamente innovadoras, hablaba sobre medicina, filosofía, ética o política y descubrió cosas como la respiración de los peces y el aire contenido en el agua, hecho que no se descubriría hasta muchos años después. Algunas de sus ideas fueron desarrolladas más tarde por filósofos como Descartes. Escribió su libro en castellano y no en latín para que todo el mundo pudiera leerlo. Fue gran defensora de la libertad y el sentido común.
Pero también se ganó muchos enemigos, porque llevaba la contra a los clásicos y a la medicina que se usaba en su época. Decía que lo que se leía en las escuelas tenía engañado al mundo. De hecho, la segunda edición del libro fue perseguida y retirada del mercado.
Años después, su padre intentó arrebatarle la autoría del libro. Unos dicen que fue por protegerla de la Inquisición, otros que fue por llevarse los méritos de tan importante obra.
En cualquier caso, nada puede empañar el logro de esta intrépida mujer que en el siglo XVI desde un pequeño pueblo de la sierra de Albacete puso el mundo patas arriba con sus descubrimientos y no tuvo miedo de defender lo que pensaba.
“Este libro faltaba en el mundo, así como otros muchos sobran.”
Oliva Sabuco de Nantes Barrera