—Buenos días, cariño —le dijo, mirándola fijamente—. Hoy tengo la reunión de la que te hablé. Es muy importante. Deséame suerte.
La estrechó entre sus brazos, con firmeza y ternura. Tras unos segundos, cerró los ojos y la rozó con un beso, sintiendo el frío en sus labios.
—Hasta luego, mi amor.
Colocó la urna en su lugar junto a su retrato sobre la cómoda y salió de la habitación, despidiéndose de nuevo con la mirada.
[…] me encanta, tanto leerlo como escribirlo, participé en los 2 meses en que se propusieron, con Deséame suerte y 100 formas de llamar a las mariposas. El elegido para participar en el libro fue Deséame […]