Hoy es 11/11 de 2024, aunque este diario podría tener una fecha parecida de hace 13 años, cuando el terremoto + tsunami de Fukushima truncó nuestro viaje. O bien, podría tener fecha de 10/11 de 2024, cuando perdimos el vuelo, pero prefiero no hablar de eso ahora…
El vuelo sin escalas, con Iberia en un Airbus a 350 ha durado 14 horas y media. Sí, si estás pensando que se hace largo, has acertado. Además, vamos sentados en la cola del avión, con mucho ruido, muchísimo frio y no muy cómodos (total horas de sueño 0.5). Hemos aterrizado cuando justo acaba de parar de llover en Narita. El tramite del aeropuerto llevando el QR de inmigración super-rapido y bien atendido. Aunque no me ha quedado muy claro, por qué lo repiten antes y después de recoger la maleta. Por otro lado no se permite entrar al país con, semillas, fruta, carne, etc.. evidentemente llevo la mochila cargada de pistachos, plátanos y uvas, pero eso queda entre nosotros.
Salimos del aeropuerto con la boina bien enroscada, mirando los carteles y a la gente como si fueran marcianos, pero enseguida nos metemos en la terminal de tren. Llevamos nuestro vale del Skyliner, lo canjeamos fácilmente en una maquina multi-idoma y a prueba de idiotas somnolientos en la que reservamos vagón y asiento. En 10 minutos viene un tren con un diseño exterior espectacular, blanco y negro brillantes, precioso y 40 minutos después nos bajamos en la estación de Ueno.
Como te comentaba antes, somos un poco cabezones. No nos hemos comprado la tarjeta IC, por lo que no hemos podido usar las taquillas para dejar la única maleta que llevamos, pero como estamos besados por los dioses, al torcer una esquina hemos encontrado un sitio similar, operado por humanos no angloparlantes de tez amarillenta, que nos han tratado muy bien y se han quedado con nuestra maleta por el mismo precio mientras pateábamos por el parque de Ueno y Akihabara.
El parque es muy bonito. Hemos visitado un par de templos, una pagoda de 5 alturas y una estatua del buda ( de la que solo queda la cara , ya que lo fundieron para hacer armas en la WWII). Hemos parado a comer algo de fruta de importación ilegal (jejeje) mientras un señor tocaba la armónica con melodías que nos hacían sentir como si estuviéramos metidos en el Animal Crossing.
Con energías renovadas, nos dirigimos hacia Akihabara, pasamos por un conjunto de tiendas de artesanía que está encajado bajo las vías del tren, muy chulo.
El paseo por las calles principales de tiendas de Akihabara es una toma de contacto dura con las horas sin dormir que llevamos encima. Luces, música estridente y cartelería excesiva en las tiendas, plantas y plantas llenísimas de productos, de lo que quieras, (electrónica, maquetas, juguetes, videojuegos, frikadas, maquinas de engañabobos / gachapon). Por la calle, las chicas de los maid caf
é, tratando de atraer clientes y bastante gente por la calle, dan un toque muy característico y esperpéntico al lugar.
Vamos zombies y tenemos que buscar nuestro alojamiento para estos 4 días. Lo encontramos fácilmente. Es más grande que la media (17m2) y compensan las vistas del Skytree (el edificio más alto de Japón) que asoman por el balcón.
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