Segundo día en la ciudad anteriormente conocida como Edo. Hoy toca desplazarse a Nikko para conocer la naturaleza y los primeros templos de nuestro viaje. Tenemos reservados billetes en un tren rápido, premiado con el Blue Ribbon Award, que digo yo que será algo parecido a una estrella Michelin pero de los trenes (aquí son un poco flipados con ese medio de transporte). El tren en cuestión se llama Spacia X. Nos levantamos pronto y con energías renovadas (llevábamos unas 30 horas sin dormir). Paseo hasta la estación, de camino vemos la sede de cervezas Asahi con su polémico edificio de Philippe Starck, a nosotros nos mola, pero las 7 de la mañana es demasiado pronto para empezar a beber.
En 1h y 50 minutos llegamos a Nikko (los empleados del tren nos despiden con reverencia en grupo al bajar, telita) y en 5 minutos adicionales nos subimos en un microbús que va mucho más que petadísimo, montaña arriba. La primera parada de la ruta es Kegón, una de las cascadas más altas de japón. Desde arriba se ve genial, pero pagando (que aquí, ya te imaginarás, se paga por todo), te dan un viajecillo en un ascensor escabado en la roca, que tiene unos 100 años, baja 100 metros en 60 segundos. Nos encontramos con grupos de escolares muy bonicos, con sus gorretes de clase y saludándonos a todos los guiris / gaijin.
La siguiente parada ha sido el abismo de Kanmangafuchi, lugar sagrado en la orilla del rio Daiya, un cañón de aguas rápidas, de origen volcánico. En el recorrido, hay casi 100 estatuas de Jizō, vestidas con gorro y pañuelo rojo. Algunas se destruyeron en una inundación, pero aún así el paisaje es increíble, casi mágico.
Continuamos por la orilla del rio caminando hasta uno de los puentes más famosos de Japón, se nota por la cantidad de gente que hay alrededor. El paseo para llegar hasta allí mola mucho, porque es por dentro del pueblo y tenemos oportunidad de ver la arquitectura, la forma de vida, los parques, las tiendas, los mini-coches y hacernos un poco la idea de cómo vive esta gente en la montaña, tan diferente de lo que vimos ayer en Tokio.
Nuestra tercera ruta del día es para ascender a la zona de los templos. En principio, la teníamos como en segundo plano, pero el recorrido ha sido abrumador, nos ha encantado la preciosa combinación de arquitectura y naturaleza. Las edificaciones de los templos son impresionantes, el estado de conservación es exquisito, los arboles que los rodean son increíbles y variados, ,desde arboles de 30 metros de altura, hasta arces de distintos tipos, con las hojas virando del amarillo claro al rojo más oscuro, una pasada… Ahora no te creas que estábamos solo los de Albacete allí… muchísima gente y no nos extraña, espectacular, nos ha encantado… tanto que hemos bajado a comer y luego hemos vuelto por la tarde, para poder disfrutarlo atardeciendo y con menos gente, y no pienses que hemos perdido mucho tiempo, que lo que pasa es que aquí se hace de noche a las 5 de la tarde.
Vuelta al tren con nombre rimbombante y en un rato de nuevo en Tokio. Como aún tenemos las piernas frescas, nos vamos a dar un paseo por Asakusa y de nuevo, gran acierto. Merche me lleva al mirador gratuito del centro turístico, me gusta por lo de gratuito y por las geniales vistas al Sensoji, un impresionante templo con bulliciosas calles aledañas repletas de tiendecitas, ya cerradas, y bares (aquí salvo grandes superficies todo cierra a las 18h).
Elegimos cenar en una Izakaya que hace esquina y está llena de personajes locales. Un plato de sashimi, otro de tomate, un rebozado de pollo y unos edamames, acompañando a unas cervecitas de Asashi. Además, hemos compartido mesa con unos tailandeses muy majos. Ha sido la guinda del pastel para este segundo día que se resume en 20 kms y 32000 pasos, pero sin sensación de cansancio y con muchas ganas de darlo todo mañana… Allá vamos Roppongi + Odaiba.
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