Nos alojamos en un establecimiento regentado por musulmanes… a las 5 de la mañana llaman al rezo, a las 8 nuestros estómagos nos llaman al desayuno. Hoy empieza una de las partes mas esperadas de nuestro viaje.
Hemos contratado un longtail, como ya comentabamos en Bangkok, es una barca larga y estrechita que en la parte trasera lleva un chino pegao a un motor de coche desgüazado y adaptado a una hélice… poco eficiente y muy contaminante, como casi todo los medios de locomoción que estamos teniendo el gusto de probar por estos lares.
La primera parada es Poda una isla preciosa de arenas blancas, cocoteros con cocos y monos que te intentan abrir la mochila para ver si pueden pillar algo de comer. Parece sacada de un anuncio de colonia, aunque tiene bastante cantidad de despercidios acumulados en algunos puntos. Los turistas son muy cerdos y los tailandeses muy dejados.
Paramos a hacer snorkel en la isla Chicken.. que tiene una formación rocosa que se empeñan en comparar con un pollo… en fín, ni de lejos. Muy bonito todo, pero lo que estamos deseando es tirarnos al agua y ver qué hay debajo.
Nos ponemos una viejas y enmohecidas gafas con su respectivo tubo y bajamos de la barca. Más peces de los que hemos visto en esta y otras vidas nadan freneticos a nuestro alrededor. Un pez amarillo de bandas negras… esto parece la peli de pirañas porque si te quedas quieto llegan a morderte. No lo entiendo, me sumerjo hasta unos 8 metros y no me siguen. Saco la cabeza y veo al cenutrio del barquero echandoles de comer… Le grito que no les eche comida, se rie y sigue a lo suyo.. nos alejamos de la barca y de la estupidez humana para continuar disfrutando.
Sigue tú Merche, que me emociono y me enrollo
A mi me ha dado un amago de infarto durante ese ratito, movía brazos y piernas para hacerme hueco entre los 1000 y 300000000 de bichos que teníamos alrededor pero nada, incluso los tocaba (en España no tocas un pez ni aunque corras como Usain Bolt). Si te quedabas un segundo quieto, incluso te mordían.
La siguiente parada ha ido mucho mejor. Seguía habiendo de esos peces odiosos, pero ya en cantidad normal (le he tenido que pedir por favor al barquero que no les echara de comer). Hemos disfrutado como enanos viendo una fauna marina tan diferente a la que estamos acostumbrados que a cada metro nos tocábamos en el brazo para enseñarnos el uno al otro un nuevo descubrimiento.
Después hemos parado en Tub island, una isla pequeñita y virgen en la que, cuando la marea baja, se comunica con la Chicken por un sendero de arena. Es muy bonito y curioso.
La última parada del día ha sido Railay, lo más parecido al paraíso que veremos nunca. Es uno de los lugares más visitados del país y no es para menos. Arena finísima, acantilados increíbles, cuevas de leyenda y jungla por donde mires.
Día 9: Miramos a nuestro alrededor y parece que estemos metidos en una postal.