Demasiado cansados para sufrir el jetlag, hemos dormido como chiquillos y nos levantamos tempranito para aprovechar bien el día. Desayuno occidental en el hotel (muy pronto para empezar a arriesgar, mañana nos atreveremos con un desayuno local).
Hoy toca barco por el río y por favor, seguid este consejo: nunca, nunca, nunca os bañeis en el Chao Praya 🙂 El río atraviesa la ciudad y los tailandeses lo utilizan como uno más de los transportes públicos. Dando un paseo en el barco, llegamos al Palacio Real. Son las 8.30 de la mañana y ya vamos empapados en sudor. El sol es de justicia y el calor insoportable. Para colmo, nada más entrar el señor de la puerta le dice a Pablo que dónde va con pantalón corto. Pablo, en su más correcto de los manchegos, se caga en su p… madre y accede cortésmente a ponerse un pantalón largo prestado.
Entramos abriéndonos paso entre las multitudes y por pura casualidad descubrimos un tour guiado en inglés gratuito y que está a punto de empezar. ¡Qué gran acierto! El guía es majísimo, un tailandés que confiesa haber aprendido inglés viendo las peliculas de Harry Potter. Pasamos un rato estupendo escuchando las historias sobre Bangkok, las leyendas que esconde el palacio y los dimesydiretes de la monarquía tailandesa. Todo el recinto es una pasada, hay muchísimos edificios de distintos estilos, plagados de decoración y simbología. También alberga el templo más sagrado del país y su buda esmeralda, la visita no te deja indiferente.
Siguiente parada: Wat Pho, uno de los templos más importantes e impresionantes de la ciudad. Además, con la entrada nos regalan una botella de agua fresquita (la Virgen de los Llanos los bendiga), Entramos en el primer edificio y nos encontramos al buda reclinado, una imponente estatua de 46 metros de largo y 15 de alto que apenas cabe en la sala y nos deja con la boca abierta. Los wats son recintos cerrados destinados al culto budista. Están compuestos de mondops que contienen objetos y text0s sagrados, chedis, estructura con forma de campana contenedora de reliquias y acabada en punta, wihan, una especie de salón de actos, y otro montón de cosas con nombres raros que no sabemos para qué sirven. Todos los templos están exquisita y recargadamente decorados y, a pesar de tener siglos de antigüedad, algunos de sus detalles parecen recién sacados de un todo a 100.
Nos encanta el Wat Pho y nos entretenemos más de la cuenta. Se ha hecho la hora de comer y cruzamos con el barco a la otra orilla, para visitar el Wat Arun, otro de los templos más conocidos. Nos quedamos decepcionados al ver que todo el complejo está andamiado y no podemos disfrutarlo como toca. Aprovechamos para recargar las pilas en un 7eleven (aquí los hay de dos en dos). Empieza a llover y creemos que vamos a librarnos del calor… nada más lejos de la realidad.
Las distancias en Bangkok son enormes y hemos perdido la sensibilidad en los pies, pero cometemos la imprudencia de desafiar al calor y patearnos el barrio chino y el mercado de las flores, «nos hemos colado hasta la cocina» lo que hemos visto, olido y aprendido hoy no se puede plasmar en un diario, tendréis que venir a descubrir como los tailandeses comen, duermen, trabajan e incluso algunos se duchan en la calle.
Día 2, vamos bien.
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